Una forma divertida y a veces cariñosa de referirse a un niño pequeño, especialmente cuando está haciendo travesuras o sapeando.
Ese carajito no se queda quieto ni un minuto, ya me tumbó la mata del patio otra vez.
Forma cariñosa y a veces un poco fastidiosa de referirse a un niño, especialmente cuando es hiperactivo o travieso.
¡Ese carajito no se queda quieto ni amarrado, parece que tiene hormigas en el pantalón!