Cuando el jefe te tiene más liado que un gato en una ferretería, estás currando; básicamente dar el callo y sudar la camiseta.
Este finde no puedo ir a tomar algo porque tengo que currar como un burro en la vendimia.
Ir a trabajar duro, porque hay que ganarse el cocido, pero con una buena dosis de actitud madrileña.
Mañana toca currar en la oficina, aunque prefiera una siestecita en El Retiro.