Hacer las cosas con esa pachorra y calma típica del charapa, que despacito se llega más lejos.
Ahí va Miguel charapeando otra vez. ¡Dile que apure el paso o no llegamos nunca!
Dícese de andar con el alma suelta, disfrutando la vida como buen charapa (gentilicio de Iquitos), viviendo el momento sin preocupaciones.
Después de aprobar todos mis exámenes, me fui a charapear al río con mis patas.